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  lobo 2 27-06-2024 21:21 (UTC)
   
 

Desde pequeñitos hemos crecido en la montaña de Crémenes con cuentos de lobos, muchos los han visto, otros que en el pasado salían de cacerías y cuentan anécdotas. Alguna se contará aquí en su día. Mientras tanto lo que sigue puede acercarnos más al temido y misterioso lobo. Una pastorina de Tejerina (del cercano valle del Cea) antes de ver al lobo cuidando las ovejas por el monte,  se le erizaba el cabello al presentir la presencia real del lobo:

 

Clasficación zoológica y morfología 

Familia

Cánidos 

Género

Canis 

Especie

lupus 

Subespecie

signatus

Un lobo adulto puede tener una longitud de entre 100 y 120 centímetros, y una alzada a la cruz de entre 60 y 70 centímetros. El peso varía entre 30 y 50 kilos, aunque se han encontrado ejemplares de hasta 75 kg. Las hembras tienen unas dimensiones y peso inferiores a los de los machos.

 

La edad del lobo en buenas condiciones de supervivencia puede alcanzar los 16 años.
 

Tipos de lobos 

En todo el mundo existen diversas subespecies del lobo. Entre ellas se encuentran la signatus (Lobo ibérico), lupus (Lobo europeo), albus (Lobo ártico europeo), tundrarum (Lobo ártico americano), pambasileus (Lobo de Alaska), e incluso existen otras especies dentro del género Canis lupus, que acogen a subespecies menores, en norteamérica y la India.
 

El lobo en España 

En España se encuentra aún presente la subespecie signatus. Su localización, debido a la persecución que tradicionalmente se ha seguido contra esta especie, se limita a zonas montañosas aisladas y remotas de la Península Ibérica. No se encuentra ni en Baleares ni en Canarias.

Por razones obvias no se considera oportuno divulgar las zonas actuales de distribución del lobo en España.
 

Ecología del lobo 

El lobo es un superdepredador que ocupa, en su hábitat natural y sin competencia del hombre, la parte superior de la pirámide nutricional. Esto significa que se trata de un depredador que carece de competencia externa para la regulación de su población, y que su crecimiento está sólo limitado por:

  • La disponibilidad de alimento suficiente en su territorio (los lobos pueden recorrer en itinerancia hasta cien kilómetros diarios).

  • Las enfermedades que puedan diezmar su población

Cuando tiene lugar la aparición del hombre —también un superdepredador— la situación cambia, porque:

  • El hombre considera al lobo un peligro para sí mismo

  • El lobo y el hombre compiten en la caza de otros animales situados en una posición inferior dentro de la pirámide nutricional (jabalíes, corzos, cabras montesas, conejos).

  • En situaciones de carencia alimentaria el lobo amplía los límites de su territorio natural de caza en busca de alimento, llegando a atacar ocasionalmente a rebaños de ovejas o cabras.

Más adelante, en esta misma página se analiza la relación entre el hombre y el lobo.

El lobo es además un animal social, que vive fuertemente vinculado a un grupo —manada—, que es la base de la estructura social. Dentro de esta manada los comportamientos están fuertemente reglamentados en base a una jerarquía estricta.
 

Alimentación

Como se ha mencionado en el punto anterior, el lobo es un carnívoro depredador, aunque ocasionalmente puede competir con aves carroñeras por los restos de animales que han muerto de forma natural o por accidente.

En España la dieta del lobo, según fue estudida por el profesor Rodríguez de la Fuente, estaría compuesta por:  

Si se suman los porcentajes de herbívoros, ovejas, conejos y otros carnívoros el resultado es que un 75% de la dieta del lobo entra en conflicto con intereses humanos. En una época en la que la población humana era reducida y existían aún grandes espacios abiertos, libres de la ingerencia del hombre, el territorio y los recursos que sostiene eran suficientes para que ambas especies pudieran subsistir con ocasionales encuentros entre ellas. En la situación actual, en la que el hombre pretende acaparar virtualmente todos los recursos como propios, la presencia del lobo resulta insostenible, salvo en los reducidos enclaves donde el desarrollo no ha llegado todavía (es decir, donde se mantiene el equilibrio natural ancestral)..
 

Reproducción 

El lobo tiene una camada (en raras ocasiones dos) anualmente, de entre tres a ocho cachorros. La loba amamanta a sus cachorros mientras que el macho le alimenta a ella cazando y regurgitando la comida que ha ingerido durante la caza. La lactancia dura alrededor de un mes.

Los lobeznos (cachorros de edad inferior a tres meses) son alimentados indistintamente por cualquier miembro de la manada.

Al cumplir los tres meses los lobeznos pasan a llamarse lobatos. Al cabo de un año tienen ya la morfología de adulto. Al cabo de un año y medio dejan de ser lobatos para pasar a ser lobos.

Según algunos estudios (Rodríguez de la Fuente) existe una fuerte tendencia a la monogamia en las parejas de lobos.
 

Hábitos sociales del lobo 

El lobo, al igual que el hombre, es un ser eminentemente social. Un alto porcentaje de su comportamiento está determinado por sus relaciones con otros miembros de su especie con los que forma manadas con el fin de obtener ventajas frente al medio de cara a la propia supervivencia.

 

Se puede decir que la unidad fundamental es la manada aunque, como veremos, se dan casos de individuos aislados en busca de otros individuos aislados con los que formar una nueva manada o, menos frecuentemente, de otra manada en al que integrarse.

El aprendizaje del comportamiento social del lobo comienza desde el momento de su nacimiento. Dentro de su propia camada se establecen pronto roles de comportamiento bien definidos en los que unos individuos prevalecen sobre otros por su carácter o su potencia física. Este inicio resulta crucial para el posterior desarrollo de los individuos porque determina inequívocamente el orden por el que se puede acceder al alimento.

Ya desde los juegos de los lobeznos se puede apreciar cómo unos dirigen, organizan o reprenden a aquellos de sus hermanos que tienen un estátus inferior al suyo. Los individuos más apocados o más débiles pueden quedar relegados del resto e incluso ser repudiados por la propia madre si su debilidad es manifiesta.

Ambos sexos cuentan con su propia jerarquía. Los individuos que ocupan la posición más alta dentro de ésta se denominan individuos "Alfa", lo siguientes "Beta", y así sucesivamente. Los que ocupan la posición más baja se conocen como "Omega". Dentro de la dinámica de la jerarquía se presentan situaciones en las que un individuo reta a otro de posición superior por razones alimentarias o reproductivas (ya que la jerarquía gobierna también estos aspectos de la vida del lobo).

La principal actividad de la manada, la caza que le proporciona alimentos, se hace en grupo. Durantes las cacerías el trabajo está perfectamente distribuido. El lobo es un animal en el que la resistencia prima sobre la potencia. Por esta razón la táctica de caza consiste en agotar a la presa, persiguiéndola hasta que su captura se hace posible.

En el momento en que una manada se hace demasiado numerosa para que el territorio que ocupa pueda sostenerla, se produce de forma natural una disgregación de la misma. Uno o más individuos se separan de ella para formar su propia manada, la cual deberá encontrar un territorio propio que le proporcione las oportunidades de caza necesarias para su subsistencia.

Se dan también casos en los que individuos solitarios, no integrados o expulsados de alguna manada, vagan por las montañas, e incluso por campos de cultivo, en busca de su sustento y de otros congéneres que estén dispuestos a crear una nueva manada.
 
 

Relación con el hombre 

La relación entre el hombre y el lobo está primariamente marcada por el hecho de que son dos especies que básicamente compiten por los mismos recursos alimentarios. Esta relación de competencia, complicada con factores ajenos que se mencionan más adelante, han supuesto la práctica extinción del lobo (anteriormente muy extendido por todo el hemisferio septentrional) en todo el mundo, salvo quizá en las tundras occidental canadiense y siberiana.

Aunque es cierto que periódicamente se registran ataques de los lobos a los rebaños de ovejas, no es cierto que el lobo sea un animal peligroso para el hombre. De hecho el lobo se repliega sistemáticamente de cualquier lugar ocupado por el hombre.

El hecho de que, junto con el zorro, sea una especie que depreda las especies que persiguen los cazadores, es actualmente el principal terreno de competencia entre ambas especies. Esta desigual competencia se salda sistemáticamente con la matanza ilegal de animales (el lobo es una especie protegida en España) por parte de quienes continúan practicando actividades bárbaras y degradantes como la caza. El uso, también ilegal, de cebos envenenados para acabar con estos animales constituye otra de las grandes amenazas que se ciernen sobre esta y otras especies.

Como resultado de todo ello el número de animales que pueden encontrarse hoy en día en España puede rondar tan sólo los 2.500 ejemplares, habiéndose producido una espectacular recesión en los últimos cincuenta años, a consecuencia de la cual muchos expertos consideran que el lobo ibérico es una especie extinta salvo en el cuadrante noroccidental de la Península.

Existe una normativa europea de 1992 en la que se insta al gobierno español a la defensa del lobo en la mitad meridional de nuestro país. Sin embargo, aunque las administraciones regionales de Extremadura y Andalucía han declarado el lobo como especie protegida desde 1985 y 1986 respectivamente, la presencia de esta especie en dichas comunidades se considera nula.

En la actualidad son algunas las reservas naturales que albergan a pequeños grupos de lobos (Hosquillo en Cuenca, Ordesa en Huesca).
 

El lobo en la mitología y el inconsciente colectivo 

Nuestra tradición, alojada ya en el inconsciente colectivo, es rica en alusiones a la supuesta perversidad y agresividad del lobo. Antropormofismos bíblicos han contribuido a que se haya considerado al lobo como una "criatura de las tinieblas", incluso vinculada al demonio.

No es de extrañar que un depredador como el lobo, único capaz de hacernos frente en la naturaleza que nos rodea, y que actúa de forma organizada y efectiva, despierte los ancestrales miedos a ser cazado. Sin embargo en la milenaria pugna entre lobo y hombre, las agresiones del lobo frente a las nuestras son infinitamente menores. La prueba es la actual situación de su especie.

Otras culturas, menos interesadas que la cristiana en mantener a las personas en la ignorancia y el miedo, han visto en el lobo un símbolo de la sociabilidad, la eficacia y la inteligencia.

Los mitos de Rómulo y Remo o el de Gárgoris y Habis presentan situaciones similares, en las que cachorros humanos son amamantados por lobas. Los indios norteamericanos ven en el lobo un honorable competidor, al que respetan y admiran.

Sin embargo nuestra tradición está llena de historias que están en la mente de todos, en las que el lobo es un ser maligno y cruel, incluso el resultado de la transformación de un humano en un ser de instintos bajos, incontrolables y asesinos. En el terreno de los dichos podemos encontrar lo mismo: "Ver las orejas al lobo", "Meterse en la boca del lobo", "El hombre es un lobo para el hombre" (falso en lo que dice, pero muy revelador en cuanto a la actitud humana).

Todas estas actitudes y prejuicios, propios de las mentes ignorantes y supersticiosas de la Edad Media, deberían ser arrojadas de nuestras mentes gracias al conocimiento de lo que nos rodea. El valor de un ser racional no está en reclamar serlo, sino en ejercer de tal.
 

 ¿Por qué conservar el lobo? 

En primer lugar, la propia formulación de la pregunta pone de manifiesto la insufrible actitud xenocida de la especie humana. ¿Quiénes somos para decidir sobre la permanencia o desaparición de las especies? Cada especie es única, fruto de una evolución de cientos de miles de años, y su destrucción es sencillamente una pérdida irreparable. Nosotros somos otra forma de vida sobre el planeta. No hay ninguna justificación ética a la desaparición de una sola especie.

En segundo lugar, el lobo es una de las formas de vida más inteligentes, y por tanto más equiparables a nosotros mismos, que nos rodean. Si nuestros antepasados no lo hubieran sabido, no lo habrían domesticado para convertirlo en el perro doméstico, que ha sido durante toda su vida un brillante colaborador del hombre.

El lobo representa también una serie de valores que no hay que perder de vista. Es el paradigma de la independencia, la inteligencia y la resistencia.

No existen razones ni económicas ni éticas que permitan justificar la aniquilación de esta especie. Si bien estos animales producen pérdidas económicas, su valor ecológico es tal que las administraciones públicas deben hacer frente a dichas pérdidas. Todos nosotros tenemos la obligación de defender nuestro entorno activamente.

En cuanto a la caza, los humanos que la practican hacen gala de una catadura moral tan baja que difícilmente pueden encuadráseles como personas. Las afecciones sicóticas que revela esta actividad debería ser suficiente para que una persona con estas aficiones fuera internada en un centro siquiátrico. La caza debería ser declarada una actividad ilegal. Los cazadores que sean encontrados culpables de la caza de lobos o de la puesta de cebos envenenados deben ser inhabilitados de por vida para el ejercicio de la caza, pagar multas cuyo dinero se emplee en la conservación de las especies amenazadas y, en su caso, cumplir penas de prisión.

Las actividades de los tarados síquicos que se dedican a la caza acaban con las especies que son sustento natural del lobo, lo que fuerza a este animal a atacar los rebaños. No contentos con acabar con sus posibilidades de sustento y asesinarlos ilegalmente, los cazadores dispersan cebos envenenados con el fin de aniquilar zorros y lobos, quienes precisamente deberían quienes cazaran esas presas.

Organizaciones interesadas en la conservación del lobo 

  • Adena WWF

  • Proyecto 2001

  • Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos (Grupo LOBO)

 
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